Por qué abandoné a mi madre
y tan sola la dejé,
sin preocuparme siquiera si tenía qué comer.
Hasta que llegó una noche en que muerta la soñé,
hecho un loco fui a buscarla, pero ya no la encontré.
Por una de las vecinas
me dejó escrito en un viejo papel,
que emborronado por el llanto
apenas pude leer.
«Hijo del alma, decía,
se bueno con esa mujer
que te apartó de mi lado
pero yo, ya la perdoné.
Y si Dios te diera un hijo,
háblale mucho de mi
y dile que no te abandone
como tú me hiciste a mi.
Si tiene los ojos negros
y si se parece a ti,
dale un beso que tu madre
le dejó antes de morir»
Y en la puerta de una iglesia,
muerta de frío… tal vez,
sin exhalar una queja
pasó toda su vejez.
Canción popular,
adaptación
© Yvonne Torregrosa
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