A la misma residencia han ido los dos a la vez,
a la una llegó Antonio,
a las tres llegó Miguel.
Ya han pasado unos días
y en la misa de la mañana ellos se suelen ver,
Antonio se atreve a mirarle,
Miguel hace como que no le ve.
Algún tiempo ya ha pasado,
y por las tardes juntitos
en el jardín se suelen entretener,
sentaditos en un banco
allí felices charlando con sus cosas de la niñez.
Antonio se ha enamorado,
Miguel sueña cada noche con él,
en qué momento dorado se han ido a conocer.
Pasan juntos los días y se les ve florecer,
pero aquella mañana
Antonio después del desayuno, más o menos a las 10,
no ha visto aún a su amigo,
donde estará hoy Miguel.
Hay allí mucho revuelo
mucha gente con vaivén,
ha llegado una ambulancia,
dicen, que ya no hay nada que hacer,
Miguel se ha ido para siempre
y Antonio cree enloquecer.
No ha podido superarlo
su corazón también se ha parado,
allí caído está él.
Hoy en la residencia han fallecido dos ancianos
el mismo día,
casi a la misma vez.
© Yvonne Torregrosa
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