Eran tus ojos azules
del más bello color del cielo,
como dos aguamarinas
celestes, aturquesadas,
zafiros que, mirados al sol,
parecían transparentes como hielo.
De azabache era tu pelo,
en contraste con tu piel.
Como espuma era tu tez,
y tu rostro terciopelo.
Los pétalos de tu boca
como rubíes encarnados,
resaltaban tu belleza,
tu elegancia y tu altivez.
Siempre discreta y prudente,
te envidiaría Afrodita
pues tan bonita te veía.
Y admiraban tu belleza
todos tus pretendientes,
Pero tu elegiste al más
gallardo, al más amable,
gentil y más valiente.
Y erudita la naturaleza,
que estas cosas las hace
solo alguna vez
y a ti abuela mía,
a ti ese don te fue a caer
y ya nadie te lo quita,
Seda pura eran tus manos,
bordadas en abalorios
aterciopelada tu piel,
sentadita en tu escritorio,
ampliando tu cultura,
ya que también eras ilustrada mujer.
Y tal vez,
por tales virtudes y otras,
se enamoró de ti mi abuelo.
te quiso por esposa
y a ninguna otra mujer
que pudiera escoger al vuelo.
Tu esplendorosa finura
era de otra galaxia,
de algún lejano planeta…
y por qué no podía serlo?
dejemos que juegue la mente:
Para mí, mi abuela
pudo ser perfectamente
bella hija de Poseidón
o hermana del mismo Zeus.
Y ya en el ocaso un día,
aquellos bonitos ojos
en la noche se perdieron,
en la noche se quedaron
que mirando sin ver nada
a ti absorta te dejaron.
Ese día te perdiste,
pues ya de tu mundo lejano
de nada te has acordado,
atrapada te quedaste
en ese mundo pasado.
Solo hablabas al azar,
de vez en vez,
de cuando en cuando.
Abuela mía querida
y yo solo para ti bailaba.
Mi virgencita querida,
así tu me decias,
y yo para ti cantaba.
Cuantos bonitos recuerdos
me quedan,
de aquella infancia bonita.
Entre olor a café
y calientes tostadas,
pasaban aquellos días
que a mi tanto me gustaban,
aunque tu no te enteraras.
Cada tarde de visita
yo a mi abuela le cantaba
y le provocaba sonrisas
que mi alma llenaban.
Soledad había en tu rostro
aunque acompañada estabas,
soledades vi en tu retina,
soledades atrapadas,
Soledad era tu nombre,
Y tanta soledad vi
en tu dulce azul mirada
con mis ojos avispados,
que me traspaso el alma.
Si fuera hoy ese día,
te llevaría en volandas,
bailaríamos juntitas
y volverías a reír
y a decirme cántame
virgencita de mi alma.
Y yo, feliz con mi madre
y con mi abuela Soledad,
tan querida y tan amada,
de nuevo canciones bonitas
para ti yo de nuevo cantara.
© Yvonne Torregrosa
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