Llega el otoño grisáceo
con su sabor agridulce a melancolía,
lloran lágrimas del cielo
por tristes nubes que asoman,
pues se ha escapado el verano
y se llevó el tinte de la alegría.
En el campo,
piso colores crujientes,
de una alfombra vestida
con tonos anaranjados,
amarillentos,
tostados amarronados
y va cambiando su decorado
con el viento y cada día.
El aroma ya es distinto,
nostalgia es a lo que huele,
esta languidez de los días…
mientras,
veo paraguas, chaquetas húmedas
y en las caras… muchas prisas.
Ya se marchó el verano
y nos dejó con morriña,
ya siento algo de frío en mi alma,
ya son más grises y cortos los días.
Clavándose como jáculos tristes
las tardes de añoranza del ayer,
dejando mi corazón vacuo
y mi alma adormecida.
© Yvonne Torregrosa
Deja una respuesta