En un cuerpo ya formado,
un corazón escondido
que sufre los desamores,
porque unos pendientes quiere
y se siente desconsolado,
desgraciado y abatido.
En su espalda hay mil espadas
que clavaron forajidos,
apuñalando su alma
por haberse puesto un rostro,
y quizás otro vestido,
y no el de los pantalones,
el de su falda o tacones,
sino el que traía en su alma
sin verse él concernido.
Ese cuerpo tan distinto
al que le hubiera gustado,
al que él hubiera querido
y enfundado en otro sexo
en silencio lo sufre
solo y bien afligido.
No le comprenden algunos,
de él se han burlado y reído
en el colegio de niño,
cuando los más crueles
tiraban a su cabeza los dardos
y le rechazaban amigos,
esos que nunca tuvo
por ser un incomprendido.
Mas hoy todos le quieren
por que es incondicional,
un bello corazón pleno,
el mejor de los aliados,
hombre henchido de bondad,
lleno de mil encantos,
por amores requerido.
No cambies nunca querido,
porque eres una estrella que brilla,
una joya valiosa,
un brillante muy pulido,
con un alma tan profunda,
que muchos quisieran hoy
calzarse tus zapatos
más gastados y raídos.
© Yvonne Torregrosa
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