Dicen que hay un duende
que vive bien escondido,
y en las frías noches de invierno baja del bosque
y sin que nadie le vea,
se lleva en su saco
a algún bebé recién nacido.
Las madres asustadizas
los pestillos bien ceñidos,
y sus puertas atrancadas
protegiendo a sus hijitos.
Todos en la comarca
lo comentan con sigilo,
no sea que les escuche
y el mal duende acuda
y les robe algún chiquillo.
Y en esa fantasía,
el viejo doctor del pueblo
esa historia ha urdido,
el temor ha proferido.
Pero en ese pueblo casualmente,
los niños son todos sanos,
no hay uno que sufra malformación,
que no camine,
que no pueda ver,
que no se pueda valer,
todos sanos esos niños.
Los más fuertes
parece ser que ese pueblo
a sus hijos ha elegido.
Ese pueblo que al duende
por una razón quiere tener,
y todos hablan hipócritas
muy bajito
disimulando el temor
y de ignorantes fingidos.
Y ese canalla doctor
Y canallas algunos de sus vecinos,
cuando un niño ha nacido
él observa minucioso y detenido;
Y, jugando el médico a ser Dios,
si el pequeño enfermo es,
el malvado doctor sabe que hacer
Y el bebé ha desaparecido.
Pocas madres han callado,
otras… han enloquecido.
© Yvonne Torregrosa
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