Zapatitos de colores,
zapatitos de tacón,
viajantes de caminos,
corredores polvorientos,
danzarines incansables,
bailarines de salón.
Los hay de charol brillantes,
de tafilete fino,
de raso para las fiestas,
también los hay baratitos
y hasta de tela, de piel vuelta
o mocasines de cordón.
Contar tantas historias podrían
sin tinta que deje huellas.
Recuerdan algún pisotón,
sus punteras bien dispuestas
han lanzado más de una coz.
Han calzado a muchas reinas,
al carcelero, al ladrón,
a señoritas ilustres,
a banqueros y ministros,
a fulanas
y también a los mendigos…
bueno, a ellos a veces no.
Niños de tierra olvidada
por zapatos usan suelo,
hierba o hielo,
asfalto de calientes piedras,
lluvia, barro rojo
y apestoso estiércol marrón.
Y mi corazón le grita al mundo:
¿por qué descalzos dejaste
piececitos que aún sonríen,
encallecidos, sangrientos
y colmados de dolor?
Zapatos de escaparate,
que bien lucidos estáis,
escapad de vuestras urnas
y corred lo que podáis,
cruzad mares y desiertos
buscad pies descubiertos
y calzad cuantos veáis.
Yvonne Torregrosa
Deja una respuesta