Aún estaba soñando,
Me despertó tu semblanza.
Me tomaste de las manos
y tus alas desplegaste.
Yo me dejé arrastrar
comenzamos a volar.
No quise mirar al suelo
por si atrás algo dejaba.
Entre luces de colores
blancas, rosas, violáceas,
me pareció ver formas
sobre las nubes…
eran claras, incorpóreas,
creí adivinar sus caras.
Allí estaban mis padres,
los dos juntos, abrazados,
con sonrisa en la mirada.
Sabía que estaban allí
y su amor me regalaban.
Por un momento,
miré hacia abajo…
me vi tumbada en la cama.
¡No lo podía entender,
mirándome yo a la cara!
No sentía dolor,
no existían horizontes,
ni fronteras, ni cielo,
ni mar, ni ventanas.
Solo pude ver amor,
con mis dedos lo tocaba.
Envuelta en aquel sueño tan dulce, sus manos me acariciaban.
Mi madre me miró a los ojos.
No habló,
no hacían falta palabras.
Supe que debía volver,
mi lecho nuevamente me esperaba.
Allí dejé pedazos del corazón,
junto a los que más amaba.
Sé que esperarán pacientes,
que con su cariño me aguardan.
Sé que volveré algún día. Esta vez me abrazarán
igual que ahora me abrazan.
Con las alas de aquel ángel bajé de nuevo enlazada. Me desperté algo aturdida
de un sueño que parecía real,
tanto, que mis mejillas
aún húmedas por las lágrimas estaban.
yvonne torregrosa
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