Se escaparon las flores rojas
de los días,
hoy vestidos de grises amaneceres.
Las nubes iridiscentes lucen
un luto severo.
Vuelan tristes las hojas,
no quedan ramas a las que aferrarse,
no tienen madre a la que abrazar,
han perdido su querer.
Las sombras amamantan desnutridas luces
en lúgubres parajes que
adormecidos de hambre mueren.
Días que no amanecerán
nunca, no perciben un sol,
a la tierra doliente con
crueldad hieren.
Aletargadas mareas que
pincelan firmamentos incandescentes,
comiéndose la tierra a bocados.
Poco a poco la engullen,
sus colmillos afilados sin
amargura alguna la muerden.
El reloj espera impaciente,
sabe bien lo que impera.
Acecha como un felino,
a su presa dará
caza inteligente.
Y tranquilo sonríe impávido,
sin un rostro, frío, indiferente.
Ojos capturando imágenes
de glaciares derretidos,
guerras que no se entienden.
Asesinos con la sangre
del mundo en las manos.
Dioses con gafas de plástico,
en sus retablos subidos,
un cielo eterno nos venden.
© Yvonne Torregrosa
https://drive.google.com/file/d/1dhuxOVbOJXiURg7gZYMQa6jJ3qucuQKi/view?usp=drivesdk
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