Me paro en el campo de tus ojos,
paseo despacio por las grietas
fijas de tu mirada.
Tus labios, fino terciopelo rojo.
Tus manos, que todo dan y
no piden nada.
Me acostumbré a tus silencios
a saber escuchar sin palabras.
El tiempo se volvió nuestro aliado,
regalándonos noches y días.
Con ternura nos mira plácido
acurrucados en la cama.
Te ves en el gris de mi cielo,
ojos llenos de un ayer que recuerdan bien cada beso
y no parpadean, así retienen
el brillo que del profundo
amor aún guardan.
Un reloj ya vetusto espera…
da pasos lentos y no deja sonar
sus campanas, no quiere hacer mucho ruido, el tiempo nos deja amarnos, mientras desapercibido
su camino traza.
© Yvonne Torregrosa

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