Sobre mi tez se deslizan
los dedos de tus manos.
Tiemblo igual que las notas
vibran cuando acaricias
con sutileza tu piano.
No te quites la corona de laurel.
¡Eres mi señor!
El guerrero ganador
que galopa en mi altozano.
Hazme ser Venus
dentro de nuestro
mundo arcano.
Secretos con tu aliento
susurras en mi oído…
mi cuerpo se sacude
con el dulce estremecer
que mi carne siente
con inmenso escalofrío.
El musgo de tus ojos
atraviesa mis hilvanes.
Tras el delirio y la locura,
entre sueños
nos perdemos sumergidos.
Despiértame con las flores
de tu boca.
Despójame de la vergüenza
que me cubre con la ropa,
regálale a mi cuerpo el calor
de mis rubores.
Vivamos este amor que
en nuestro bosque helado
con sus brasas nos sofoca.
En la espesura del paraíso,
de culpas liberados
y por la pasión consumidos,
dejémonos llenar por el amor
que nos provoca.
Gocemos la ansiedad
y la locura
con desatados alaridos.
Soltemos las amarras
de las rocas
y que baile nuestro barco
con las olas…
mecido en el vaivén enardecido.
Inventemos un nuevo dios
en nuestro cielo
y llamémosle Cupido.
Yvonne Torregrosa.
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